A Eduardo, por supuesto, y a Ivonne, porque sí:
-Caminemos, que no se nos pierda la memoria.
Hoy no está ni el jefe de pieza, ni el teniente ni el lento. El viaje ha comenzado y Rogerio Mateo pisa una piedra:
-Tú siempre fuiste modesto Eduardo -te dijo y siguió -incluso cuando eras un león escuchando los pasos en la hierba de Zamora.
-¡Qué noche capitán! -le dijiste pero enseguida te acordaste del viejo y del horno en aquella asamblea. -¿De los electrodomésticos nada no? -preguntaste.
-Rosendo el cojo se lo ganó, pero no han dicho nada aun. Urbano tiene miedo que haya hasta muertos al final del día.
-¡Coño pero es una cuestión de principios! -dijiste.
-Si pero tú sabes como es eso, este año es el aniversario y se quiso hacer como un homenaje.
-Nah, deja la sonata nocturna esa, se lo dan por lástima
-¡Coño Chino!, no confundas la lástima con el amor
-¿Amor? deja la balada esa tigre, el amor solo es posible cuando pienso en Ivonne.
Buenos Aires, 9 de mayo de 2011
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