De cigarros y otras cuestiones II

Pero fumar suaves en Cuba era complicado, sobre todo, cuando no existía el Hollywood y uno se quería dar coba fumando algo que no fuera los desprestigiados Aromas. El Visant vino a suplir esa vanidad: Costaba sólo 0.60 USD, era una caja con naylito al estilo H. Upmann, más agradable a la vista y un sabor menos rancio.

Pero sucumbí. Todos fumaban Populares, y en una época de vacas flacas, comprendí la necesidad de apegarme al standard nicotínico cubano y fumar fuertes (cómo todo el mundo). Y sólo entonces comprendí el oxímoron que entraña que el cigarro suave más "popular" de Cuba se llame Aromas, y la vomitiva impotencia que genera (en un fumador de fuertes) darle una insulsa, etérea y a la vez asquerosa patada a un Aromas. No obstante y aunque no lo parezca, le guardo un cariño especial al suave, casi el mismo platónico cariño que le guardo a mi primera novia (que si lee esto, me querrá matar sin dudas y no sin razón).