In Memoriam


La única vez en mi vida que fui a El Conejito, en circunstancias específicas que no vienen al caso mencionar ahora, fue una tarde de sábado y comí picadillo porque
conejo para ese entonces ya no había. Tenía (creo recordar) unos 11 años y era una especie de fiesta de cumpleaños colectivo para pioneros vanguardias, por llamarlo de alguna manera, aunque sinceramente nadie cumplía años.

Ese día conocí a Wilson, si es que se puede definir así tal encuentro. Recuerdo que dibujaba unas criollitas grandes sobre unas cartulinas blancas en medio de la penumbra del restaurant. Recuerdo las criollitas voluptuosas, los culos enormes, las teticas paraditas, los labios pronunciados y la entonada sensualidad. Recuerdo la criollita callejera, la que no se aguanta al machista, la que no resiste el toque del tambor de su negro querido, la que chismea todo el tiempo con su amiga, también criollita.

Recuerdo que alguien se quedó con una de esas cartulinas blancas, y me pregunto si la habrá conservado, y si este domingo, ha decidido colgarla con orgullo, como quién cuelga una foto de una palma real o una mariposa.

Wilson ha quedado grabado para siempre, y es esa marca imborrable la que lo hace inmortal; ahora más que nunca, que su existencia física se desvanece lentamente, a la par, que su ser creación, símbolo y emblema cultural se afianza y crece.

Honor, a quien honor merece. Honor y Gloria.

Mi cama

(o una excusa más para recordarte)


Yesterday,
all my troubles seemed so far away.
Lennon – Mc Cartney

Nunca he tenido una cama camera propia. Desde que tengo uso de razón duermo solo en una cama personal; y es extraño sí, porque me acuerdo perfectamente el día en que con mi padre, buscamos Mi Cama en el Wajay.

Y lo extraño no es que me acuerde (muy a pesar de mis 4 años de entonces), más bien lo raro está en que casi podría afirmar que no he dormido en otra cama anterior a esa; como si padeciera una especie de amnesia en ese sentido, como si nunca hubiera dormido hasta que apareció Ella, Mi Cama; la que tiempo después (ahora me doy cuenta), devino azogue infeliz mis cortas estaciones.

Finales del ochenta y Mi Cama estaba saturada de calcomanías de perros checos y naves espaciales de Intercosmos; estaba intacta, inocente, quizás tanto como yo y mis cinco, seis, siete años. Luego vino el derrumbe. A veces pienso que si algún pedazo del muro de Berlín era de madera, la habían sacado (de seguro) del mismo bosque, incluso del mismo árbol, que la madera con que hicieron Mi Cama: el nueve de noviembre del ochenta y nueve se le partieron las patas. Y así estuvo, sostenida con ocho ladrillos del tiempo de la pseudorrepública, hasta aproximadamente mediados del noventa y cuatro, cuando en un arranque de hipismo balseriano y desenfrenado, cambié los ladrillos por igual número de gomas de carro. Ese año de Mi Cama sólo quedo el bastidor (sobre las gomas) y el respaldar intercalado entre el colchón y la pared por razones “artísticas” dada la condición de soporte para collage en que había quedado: A los perros y cohetes se le habían sumado una foto de Los Beatles, una imagen del sagrado corazón, símbolos de paz y estrellas boca abajo, la oración del pobre de San Francisco de Asís y algunas frases en inglés y letras de canciones. Tremenda mezcla.

Así duró hasta el noventa y nueve, cuando la conociste, sólo que (por suerte) sin el collage, que sirvió para la fogata de la caldosa de la fiesta del CDR del año anterior; no sin antes haber retirado la foto de los Beatles y arrancar el pedazo de tabla donde había escrito la letra de Yesterday.

Y fue ahí, en esa Cama, donde nos acostamos por primera vez. Yo había bloqueado la entrada de mi cuarto (que no la puerta, porque no la había), mientras tú prendías un Marlboro...

No te negaré, a menudo extraño mucho aquella tarde, aquellos días en que todo problema parecía tan lejano; incluso, aquel pedazo de plywood donde a lápiz escribí con un dejo casi profético sin entender todavía: «Why she had to go, I don't know, she wouldn't say».

Meses después regresaste y te quedaste en casa. Treinta días es un lapso bastante incómodo para dormir en una cama tan estrecha como la mía, y mi padre nos prestó su colchón camero. Sobre el piso, sin bastidor, sin gomas, sin nada. Un mosquitero algo manchado y amarrado por el centro que nos aislaba de la duda y la razón, y ya.

Cuando volviste casi un año más tarde fue de nuevo el colchón prestado, esa vez sobre las gomas. El mosquitero de tanta humedad ya no existía, y tal vez nos hizo falta un mosquitero nuevo; o algo que nos protegiera, que nos cubriera, que nos aislara, pero no.

Luego Mi Cama, compañera. Luego extrañar extrañarte. Hasta hoy.

Por eso no puedo dormir, por eso quizás escribo esto, porque hoy me he comprado un colchón nuevo y me queda grande, muy grande. Porque mañana despertaré más vacío que nunca; porque en la oscuridad te imaginaré a mi lado, apenas respirando, tu recuerdo. Porque no sé dormir sin ti en una cama tan grande.


La Habana; agosto de 2002

Bizca Reflexión

El primer capítulo/cuento de W (José Miguel Sánchez (Yoss);Letras Cubanas;1997) transcurre inicialmente en una fiesta en Miramar. Esa noche de sábado y en medio de la fiesta está «...la tribu de inefables fieles a las películas del sábado siguiendo en uno de los cuartos las peripecias de Rutger Hauer tratando de evadirse de una sofisticada prisión donde los reclusos llevan collares explosivos de diabólico mecanismo.»

Más acá de la ficción en sí... (que esta reflexión no intenta hacer METACRITICA literaria de la obra en cuestión) recuerdo que mientras leí por primera vez el libro, y particularmente esa frase, me sentí (como lector) muy cerca a la escena; y de cierta manera hasta casi parte de la escena:

No sé porque extraña razón yo recordaba exactamente el momento en que un sábado a la noche pasaron esa película (que ahora sé que se llama Peligrosamente unidos (Wedlock); 1991). Yo puedo perfectamente recrear en mi cabeza esa noche, tan común a otras noches de sábado; e independientemente de que lo narrado en W es una ficción (todo aquel que conozca la obra de Yoss o conozca personalmente a Yoss que saque sus propias conclusiones) yo de alguna manera me siento partícipe de ésa historia... de ésa noche... de ése sábado. Aunque quizás lo narrado no halla sucedido, y la fiesta hubiera sido un martes a la tarde en el turquino... ése sábado con ésa película existió y yo lo viví.

Esto me lleva entonces a lo narrado por Omar en su última entrada, sobre todo en la parte que en que Antuña, en el programa En el jardín de la noche pasa música New Wave y a las tres de la mañana un minirecital de The Doors... y una vez más no puedo evitarlo... ésa noche yo estaba en mis perras noches de insomnio, oyendo Radio Taíno y leyendo cualquier bazofia.

Cuan raro, cuan triste y cuan bello es poder compartir este tipo de recuerdos, fragmentados y esparcidos entre tanta gente; recuerdos con los que tratamos de reconstruir(nos) la ciudad toda, la vida entera y la isla infinita.

Reflexión para el Izquierdo

El Izquierdo es un cubano que al que en los últimos días se le está apareciendo el fantasma de irse de Cuba, como a muchos nos pasó... Y por las mismas razones que sostienen la existencia de este blog (o sea, todas y ninguna al mismo tiempo), comparto este comentario vago e impreciso, un poco como yo.

He estado madurando un par de dias este comentario... lo cual no garantiza que éste sea valedero. Igual, como siempre, me decido a escribir sin haber trazado un plan delineador de mis ideas, que de existir están bastante desorganizadas por lo general.

Salir de Cuba es un trauma que una vez superado, la sensación de vacío/plenitud que produce es tan neutra... que el más mínimo movimiento produce un desequilibrio monstruoso. Y para pensar esto debés imaginarte un desequilibrio espacial y multidireccional... no el clásico desbalance cachumbabeano.

Empezás una vida nueva, y cual esponja te nutrís de todo a tu alrededor. Sólo que hay una diferencia notable, la vida nueva te agarra ya con cierta experiencia, con ciertos recuerdos... y esto parace ideal, juventud y experiencia, nacer de nuevo sabiendo hablar, escribir y todo lo demás... pero nacemos y de golpe somos adultos, no hay pasos previos, no hay carrera de empuje, es el salto en seco y de golpe. Dependerá mucho de dónde caigas, con quién caigas, y cómo caigas... El conocimiento previo es un arma de doble filo, te ayuda a comprender mejor la nueva realidad, y a la vez te inhibe a comprenderla del todo. Faltará siempre la formación... la niñez, la juventud... ese tipo de pequeñas cosas que definen a un ser humano, a un ser adulto, a un ser. Esto puede ser flor o guadaña... como todo...

Vivirás largo tiempo un mundo con con las referencias del otro... por más que reniegues o te desentiendas. Dicen (yo no lo puedo asegurar aún) que tras mucho tiempo viene la adaptación, esa figurita difícil y compleja a la que muy adentro le tememos, porque en adaptarse y acostumbrarse se esconde agazapado el olvido, y no queremos olvidar, aunque lo neguemos.

La presión de la soga, o la exactitud de la balanza con la cual sopesarás son meros juegos de azar, breves impresiones, monedas al aire que puede que nunca regresen a tu mano; pero que de seguro caerán alguna vez... y por ahí... un día caminado te la encuentras... y descubrís que lo que creías cara es cruz... o que la moneda es borgeana e infinita como un aleph insondable... como la realidad en sí misma (que no ensimismada).

Salir de Cuba es morir... efectivamente, sin eufemismos de ningún tipo o color.

Pero la muerte no es mala per se, si lo pensamos con detenimiento y sin miedo; muchas veces es mejor que la hipocresía de cierta vida. Pero la vida nueva es sólo eso... nueva... lo cual no garantiza que pueda ser o no la misma de siempre. ¿Depende de uno? y... sí, pero no de manera exclusiva y no en todos los casos. La mayoría de las veces no podemos escapar a la voluntad de ciertos dioses, a ciertos azares o a la dialectica de ciertos contextos históricos, según qué interpretación de la realidad se prefiera.

Salir es morir... te lo dice un muerto.

Sin palabras

Dia - Positivas


Había olvidado esto, los visores estereoscópicos con discos de diapositivas. Las diapositivas para ver de a una en el visor de mi padre, el que se trajo de Checoslovaquia en el único viaje al extranjero que ligó en su vida junto con una diapo (si, una sola) en la que salía en la nieve con unos compañeros de curso.


Los proyectores pesadísimos (cuyas fotos he intentado sin éxito encontrar), que se recalentaban a la segunda "película". Las tardes en que me imaginé que estaba en un cine, y que sí pasaba el rollo con suficiente rapidez, podía hacer ver las imágenes en movimiento.

Había olvidado esto, entre tantas cosas ya...

Radio - Grafía


Tenía 3 años cuando mi abuelo paterno me prometió regalarme su radio VEF, y antes de cumplir los 4 años mi abuelo murió y recibí la única herencia que me ha tocado en la vida.

En casa mi padre había comprado un Selena nuevo que era toda una sensación. Lo que pudimos conseguir en la casa del oro y la plata nos alcanzó sólo para el video SANYO Super Beta, así que el radio reloj digital despertador quedó postergado. Por aquellos tiempos la sensación era el vídeo…
El tipo de la tienda había usado un casete de Goofy el deportista para probarlo y olvido el casete dentro del aparato, así que tuve un pequeño receso de bolek, lolek y demás dibujos del Este, entre las alternancias de Donald y las ardillitas jodedoras repetidos hasta el infinito y chuncha, guaso, carburo y demás nacionales. A la par con el video vinieron unos siete u ocho casetes vírgenes con los cuales procedimos a grabar películas procedentes de la abundante y variada programación de la TVC, películas como Voltus V, Enemigo mío, entre otras que no recuerdo; Grabar y re-grabar y ver y re-ever, así ad infinitum. También mi padre por algún que otro negocio resolvió algunas otra películas, y antes que aparecieran los “bancos de video” teníamos armada una red bastante grande de intercambio, y a ninguno se le ocurría lucrar con ello. Luego el VHS fue copando el mercado, y la red solidaria de intercambio se volvió negocio.
Antes de eso, ya en casa se escuchaba radio. A la mañana Radio Reloj, infaltable, omnipresente, inevitable, eterno, como el tiempo en sí mismo. Luego al mediodía en casa escuchaban Radio Progreso, todas las radionovelas de la tarde; alguna que otra vez escuche La familia Pirulí y a las ocho el plato fuerte siempre fue Alegrías de Sobremesa… con Rita… Paco… Estelvina… Sarría… Cristinito… y tantos otros históricos que bajo el guión de Luberta, la conducción de Rosillo y la siemprepresente Aragón han dejado una marca imborrable en el alma cubana. A la noche a veces se escuchaba Nocturno (Atentos… tras la pausa… grabando) y por ahí se escuchaba En nueve minutos (ese programa raro que no se sabía si era en serio o en chiste). En los tiempos más duros en casa se les dio por escuchar Radio Martí… pero sólo escuchaban la novela Esmeralda, Se soltó el loco con Pototo y el Zodiaco, el resto, entre la interferencia y los contenidos aturdían demasiado.
Un tiempo me dedique a vigilar todo el espectro de Ondas Cortas, Radio Francia Internacional, Radio Exterior de España… entre otras más o menos interesantes. Años después sobrevino el insomnio… y un programa que me hizo adicto… En el jardín de la noche… en Radio Taino, con Eduardo Antuña (ojo no confundir con Camilo Egaña), después le sucedieron por lo menos dos locutores y para cuando me fui si mal no recuerdo habían terminado el programa. Ahora revisando encuentro que está en la grilla de programación de Radio Taino (broadcasting from radio centro in havana) así que puede ser que haya vuelto, o que nunca se haya ido y yo me haya imaginado que había desaparecido como buscando una excusa más para irme; como enajenando mi percepción de La Isla ya en las postrimerías de mi partida, como para que me doliera menos partir; partir y dejar la radio VEF que me dejo mi abuelo, dejarla ahí, sin pilas y al costado de mi vida entera…

De cámaras y otras cuestiones

Mi primera cámara fue una Vilia, 35 mm, y el primer rollo que tiré en mi vida fue un ORWO NC 21 que nunca revelé. En mi memoria y sólo en mi memoria están los fotogramas perdidos de aquella tarde en la escuela de los rusos de Av. 31, donde recuerdo dieron bombones y refresco negro, que ya para entonces escaseaban. Sólo ahí, y con la niebla del tiempo recuerdo las fotos que le saque a mis compañeritos de 4to A y al enorme culo de la auxiliar pedagógica que nos acompañó.


Todo empezó porque R. (amigo de entonces, actual hermano de alma) tenía una Vilia, del modelo anterior, la que no tenía las nubecitas y solcitos en el visor. Luego yo quería una camara, la que fuera, y ante la disyuntiva de una Smena y una Vilia, creo haber sido bastante sensato pese a mis 8 años de entonces. Recuerdo ahora como R. empezaba a experimentar sus habilidades muelo-bisneras conmigo, cuando sin el más mínimo escrúpulo me vendió unos rollos ORWO NP-20 que el mismo compró por equivocación en la ferreteria de al lado de la tienda La Sirena, con aquel inolvidable argumento de que un rollo de 120 mm si lo cortamos al medio tenemos 2 rollo de 35 mm. Yo caí como el comemierda que ya desde entonces se anunciaba que sería; y ahora se me ocurre reflexionar (aunque no es el tema) lo rápido que se perdonan esas infidelidades cuando uno es chiquito. Tiempo después, en un juego de pelota, R. me hizo la vida un yogur de cubitos y previa sendas mentadas de nuestras respectivas madres, procedimos a entrarnos a piñazos y a no hablarnos ni vernos más por un período de aproximadamente 9 (si NUEVE) años, pero esa es otra historia.

Lo cierto es que estando en 7mo, conocí a Liván, un fotógrafo que sacaba fotos en los bautizos de la iglesia de 130, y un día hablando me dijo que si quería el me prestaba una camara y un rollo. Yo le dije que tenía una Vilia, pero el insistió en prestarme la Lubitel y darme un ORWO NP-20 (ya vencido, que se ve que nó tenía de 35mm para regalar) y esa misma noche me fui con Pepe (mi padrino y amigo) al Latino. Play Off, Villa Clara - Industriales, creo que esa sería la segunda vez consecutiva que Villa Clara salió Campeón; y aunque no estaba ni cerca, saqué algunas fotos y deje un par de fotogramas para tirarlos en la escuela al otro día. Ese rollo sí lo revelé, bah, lo reveló Livan, yo sólo miraba con cara de bobo y apenas si aprendía. No se pudo imprimir ninguna y el negativo lamentablemente no lo conservo. Luego conseguí no se en donde unos rollos ORWO NC-21 que sirvieron sólo para comprobar el estado inservible de la Vilia (recuerdo mi cara de asombro cuando iba por la foto 82 y no se terminaba nunca el rollo, sencillamente porque no arrastraba, algo debió haberse roto).

Pasaron 3 años hasta que me interesara nuevamente, y esta vez si fue en serio. Livan me presto una Zenith, y mirar a través de una reflex me cambió la vida por completo. Ahorraba cada centavito para comprar unos rollos Konica carísimos y para revelarlos en Photo Service para aunque fuera tener el negativo. Luego, antes de empezar el curso de Fotografía en G y 21, mi padre me compró una Konica reflex, muy buena camara, con un 50 y un 135. En el curso hice buenos amigos, y algunas relaciones que intente por todos los medios conservar. Los amigos con el tiempo se diluyeron y mejor resultado me dieron las relaciones: gracias a eso hice las prácticas del Tecnológico en el ICAIC y mi profesora de Fotografía Color (que es Ingeniera Química) terminó siendo mi oponente de Tesis.
Una noche, ya en el último año del Tecnológico, y con una prueba de Microbiología muy próxima y amenazadora (características muy comunes en todos mis examenes del penúltimo y del último año de la escuela) decidí ir a estudiar a la casa de una compañera que vivia cerca de casa, con la cual en los 4 años de carrera si hablé más de 10 palabras seguidas habré estado borracho. Luego de estudiar algo (ya ni me acuerdo qué) regresando, pasé frente a la casa de R. Durante todo ese tiempo habré pasado quinientasmil veces por casa de R. Nos habíamos visto así de refilón en dos o trés ocasiones, que servían para confirmar (como aquella vez en el concurso provincial de química) que seguíamos teniendo intereses en común. Esa noche R. estaba en el portal Consolidado del Televisor que estaba al lado de su casa, con una botella de silver dry y un conocido; esa noche R. me dijo asere ven pa acá y me quedé tomando ron hasta las 2 de la mañana. Al otro día aprobé Microbiología y visitar la casa de R. volvió a ser parte de mi rutina.

La hepatitis retrazó la graduación, y en enero se me fue R. ha hacer un periplo que terminaría en Miami. Empecé a trabajar en una publicitaria, y yo, que para ese entonces, ya había pasado por tres Canon y una Minolta, por primera vez en mi vida, supe que era una Nikon y un Laboratorio Color en la vida real. También por ese entonces conocía a la Sony Mavica, que en vez de rollos usaba diskettes de 3 1/2.
Es curioso cuando acá me preguntan que hacía en Cuba y contesto, fui fotógrafo; ya estoy acostumbrado a las caras de sorpresa y asombro de quienes nunca me han visto con una camara al cuello. Y una de mis frases preferidas es: Acá nunca he tomado una foto en serio. Y es la dura realidad. Mi relación con la fotográfia esta muy ligada a mi relación con La Habana, con Cuba toda. Y no es sólo esa especie platónica la que me inhibe... pero si escarbamos bien profundo... todo redunda en eso... no es mi ciudad... no es mi país... no puedo retratar nada que no sea Cuba.

Hace poco con mucho esfuerzo me he comprado una Sony H-2, y apenas si la he usado... la compré más esperanzado en un futuro viaje a Cuba que en retratar mi realidad cotidiana actual Y es un error, lo sé; lucho por intentar remediarlo, aunque por ahora no descubro como. La foto urbana, la foto calle, la foto documental sólo se me dá en mi Cuba, esa que dejé hace ya unos años y que nunca será la misma sin mí, ni yo sin ella.


El Reloj

Un buen día –hace como dos semanas –apareció ahí. De pronto, inesperadamente, en la esquina de 23 y N en La Rampa. Surgió como por encanto. Nuevo, rojo, bello, imponente.
–Bellllo reloj –expresó macanudamente un periodista uruguayo que pasaba por ahí.
–¡Vaya!¡Qué vacilón! –dijo el chofer de la ruta 22 que frenó junto a él.
El chofer, que venía adelantado en su itinerario y, por tanto, traía la guagua arrastrando una pesada ancla, aprovechó y consultó la hora. Las 10 y 15 p.m. ¡Imposible! Si el sol estaba todavía que rajaba las piedras «Mmmm… ¡qué onda más rara! ¿Cuál será la envolvencia de ese reloj?», pensó el chofer.
Ése es el tremendo, insondable, profundo e indescifrable misterio. ¿Cuál es la envolvencia del nuevo, bello, rojo e imponente reloj de La Rampa?¿Qué onda trae?¿Qué hora da? Porque eso sí. Dar hora, da. El nuevo, bello, rojo e imponente reloj de La Rampa no está parado. El monstruo camina. Las manecillas se mueven, giran, lenta, suave, dulcemente. Y dan la hora.
Pero es una hora misteriosa, mágica, intemporal, envolvente.
La gente pasa, mira… y se detiene curiosa, atenta. Asombrados unos, nerviosos otros, sobrecogidos, inquietos, expectantes. Y se arremolinan bajo el nuevo, rojo, bello e imponente reloj. Y surgen, inevitablemente, los puntos de vista, las explicaciones, las discusiones, las tesis.
Una señora explica:
–Ya sé, ésa es la hora en que van a dar los turnos por teléfono en el Polinesio ¡Ay, con lo que me gusta el arroz frito con faisán!
–No, compañera –le aclara un hombre de mediana edad, –ésa debe ser la hora de Italia. ¿Usted no ha visto que enfrente está la Exposición Industrial Italiana? Es lógico, ¿no?
–¡No, locos! –grita un poeta, que está en la onda de la antipoesía –¿pero no se dan cuenta de lo maravilloso que es ese reloj? ¡Está dando la hora de las musas de ahora! ¡La antihora!
–El loco será usted –responde un psiquiatra que se ha unido al grupo. –Mire, ésa debe ser la hora del Meridiano de Greenwich, que es por la que se guía Prensa Latina que está en la esquina.
–¿Y no será la hora de Australia? –pregunta otro. –Como el MINAZ está ahí mismo, pues a lo mejor es por la onda del corte de caña australiano y eso. Vaya, digo yo…
–No, no es eso. El reloj, simplemente, da la hora que le da la gana. Y así es como debe ser –dice sonriendo un despistado con tendencia anarquista.
¿Será el ICAIC que estará filmando una película de ciencia ficción? Una bolá de Ray Bradbury, Iván Efremov… ustedes saben como es eso.
–No, hombre, no. ¡Ja, ja, ja! –rie un humorista, –¿pero no ven que es magnífico? ¡Pero si es una broma genial! Lo puso en hora Charles Chaplin, Harlod Lloyd… ¡ja, ja, ja!
–Compañeros –apunta un profesor físico-matemático con cara de ecuación de tercer grado, –la cosa no es de risa. Tiene su explicación lógica y científica. Evidentemente, como es eléctrico, sufrío un accidente. Ahora, simplemente habrá que calcular cuantos accidentes más se necesitarían suponiendo que el wattage del pico se mantenga en la misma variable de intensidad… pues se necesitarían… es realmente un problema realmente sencillo para una computadora, pero así, grosso modo, pudiéramos calcular…
–¡Caballeros, no se rompan más el coco! ¿Ustedes no se la llevan? ¿No filtran como es la envolvencia? Lo que pasa es que se han olvidado de ponerlo en hora. Ese reloj lo que está dando, vaya, lo que está dando es la hora de la envolvencia.
H. Zumbado; Marzo, 1971 (Limonada, 1978, Letras Cubanas)

Burrón Azul

No conocí a Fabito, ni siquiera sé si le decían así. Una gran amiga mía es amiga de su padre. Y es muy curioso, porque años atrás yo estaba en casa de esta amiga cuando la llamaron y le contaron que se había muerto el viejo Fabio, el abuelo de Fabito. A esta altura es una obviedad aclarar que era mi amiga la que lo llamaba Fabito, y que yo sólo lo conocí con ese nombre.
Por ese año, el año de la muerte de Fabito, yo aun andaba con una cámara fotográfica colgada al cuello y empezaba a interesarme por el cine, más concretamente por la escuela de cine. De más está decir que mi amiga me había prometido así vagamente algún día presentarnos a Fabito y a mí; en ese momento apenas recordé que era el nieto del viejo Fabio. Un par de meses después, mi amiga me pide que vaya a su casa y consternada me cuenta: Fabito murió, Fabio está destruido. Resultó que a partir de ese momento no dejé de encontrarme con gente que había conocido a Fabito; y en mis míseros seis meses en el ICAIC fue un tema recurrente entre la gente joven. Yo me fui de Cuba y nunca conocí a Fabio.
Hace unos meses
ya que encontré el blog de Akekure, en medio de esa nostalgia, de ese gorrión violento; y si bien Akekure y otros que frecuentan esos lares son de una generación levemente desfasada con la mía, trato de mantenerme al tanto y tratar de recordar muñes que tal vez nunca ví. Al pasar un tiempo de andar por ahí, en una entrada Akekure descubre y recomienda (con todo el riesgo que entraña) el blog del Burrón Azul, que por aquel entonces empezaba a subir sus primeros videos. Recuerdo también una actitud muy digna de su parte (de Burrón Azul) al retirar unos comentarios sin que nadie se lo pidiera.
A menudo miro un poco los videos, algunos con el corazón hecho un giñapo, otros muerto de risa y algunos con rabia. Y quizás esta última ha sido la causa por la cual el blog (y por ende su versión en Youtube) no ha figurado como Link en estas pobres páginas. Hay frases suyas que me irritan y duelen, porque parecen pensadas con el hígado y no con la cabeza; a pesar de que (como contesté a algún mequetrefe en otro blog) no descreo que existan anticastristas
inteligentes y con buen gusto.
He tratado de ser muy cuidadoso a la hora de seleccionar que blog recomendar o no en estas páginas. Creo estar en mi derecho, de la misma manera que los blogs de la aparentes miembros de la UPEC sólo recomiendan blogs de la
aparentes miembros de la UPEC y los blogs con aparentes miembros de la FNCA sólo recomiendan blogs de los aparentes FNCA.
Me considero una persona bastante política. Decisiones que por ahí a cualquiera le podrían parecer una bobería a mi me cuestan, porque las tamizo y las retamizo. No estoy muy seguro de
poseer el tamiz correcto, pero me parece importante el acto, el análisis, la razón. Creo que puedo estar equivocado, y me gusta la gente que comparte conmigo esta creencia, pero esto no me impide seguir adelante y aplicando al mismo tiempo que formando mis principios (que por qué no, terminarán definiendo mis finales). Los absolutos son mascaras tras las cuales se esconden unos escualidos y asustadizos inseguros. Me considero también una persona bastante científica, y en epistemología me enseñaron que es una falacia dar por verdadero un enunciado universal.
No pretendo que se tome como una forma de altanería de mi parte, no soy ni mejor ni peor, sólo soy diferente, y no selecciono o recomiendo aquello que sea muy diferente de mí.
Pero hoy he pensado distinto, o al menos levemente. Hace un par de días la lola me ha escrito un mensaje que me ha gustado mucho, donde me decía que no importa si pensamos igual o no, sino que ambos seguimos con el corazón en Cuba.
Y hoy viendo un poco algunos videos en Youtube, me he sorprendido encontrando un video del Burrón Azul dedicado a Fabito. Hoy me vino a la mente su actitud digna de la otra vez, su dedicación subiendo y posteando videos que para muchos que estamos un poco mas allá de las 90 millas náuticas nos sería muy difícil conseguir, y su amistad con Fabito muy bien recordada en el video. Y he pensado que tal vez he exagerado un poco. Que puedo y me permito, a pesar de muchas de las cosas que nos separan al Burrón Azul y a mí, recomendar su videoblog en estas humildes páginas. No sin advertir que tiene un humor tan ácido como cubano, que no se calla nada, que no tiene pelos en la lengua y que además se la pisa. Que no pensamos igual respecto al futuro de Cuba pero que no me importa; su corazón está también en Cuba, como Fabito, como todos nosotros.

Cachita



Virgen de la Caridad, / que desde un peñón de cobre
esperanza das al pobre / y al rico seguridad.
En tu criolla bondad, / ¡oh, madre, siempre creí,
por eso pido de ti / que si esa bondad me alcanza,
des al rico la esperanza / la seguridad a mí.

Nicolás Guillén

¿Verdadero o Falso?

No me sorprendió, pues algo había leído sobre el "relanzamiento" del Ron "Havana Club" por parte de Bacardí, ver en CNN en español (canal del cual, sinceramente, no soy asiduo por muchas razones, la principal es que no veo Televisión, y de ahí se podrían desprender muchas más pero no es el objeto de esta entrada) a la periodista mexicana Gabriela Frías teniendo (o intentando al menos tener) una especie de dialogo con "alguien" (podríamos llamarla así, porque si dejo un espacio vacío como correspondería, no lo van a entender muchos), con una pobre chica jefa o directora de marketing de Bacardí. El asunto era simple, la pregunta de Gabriela más o menos así: -¿Por qué sacar un producto con una marca que ya existe, cual es el sentido si ya existe un producto similar con IGUAL marca en el mercado? -Y la tontita contesto algo así: -Nosotros tenemos los derechos de la marca en EEUU, por lo tanto podemos hacerlo, y creemos que podemos ofertar un producto premium, de calidad superior, que satisfaga las demandas del mercado de EEUU. -A lo cual Gabriela le contestó -No me has respondido mi pregunta, yo te pregunté por qué Bacardí decide sacar al mercado un producto que ya existe con la misma marca. -Y la burrita contesto: -Nosotros creemos que podemos ofertar un producto premium, de calidad superior, que satisfaga las demandas del mercado de EEUU y podemos hacerlo porque tenemos los derechos de la marca en EEUU. Gabriela, muy paciente, le explica a la niña, pobre, tontita, hijitadepapá: -Sí, entiendo, pero... que tal si nos salimos un poco de la empresa, digo, desde el punto de vista del marketing no parece ser recomendable esto de relanzar una marca que YA ESTA, que existe y tiene el reconocimiento del mercado, más allá de que no se comercialice en EEUU. -Ante lo cual la descerebrada dijo: Nosotros, premium producto un, podemos que satisfaga de superior demandas calidad hacerlo EEUU mercado del y tenemos porque podemos los EEUU marca derechos de la. -O algo así. (Fue muy gracioso ver como también tuvo la necesidad de preguntarle TRES VECES a la muchachita, acerca de si tenían pensado lanzar el producto en otras partes de EEUU o de el mundo, para que la chica, que no está preparada no para una entrevista, ni siquiera parece estar preparada para ir al baño si no se lo ordenan, dijera siiii bueeeeno, hay algo preparado pero por ahoooora la idea es concentrarse en la Florida, si bien se tienen en cuenta otras ciudades --CUALES CIUDADES POR EJEMPLO-- Dijo Gabriela por tercera vez ante la cual la chica dijo tres ciudades más e intentó recalcar que la idea es concentrar el lanzamiento acá (o sea allá) en Florida pero Gabrielita la interrumpió bruscamente y le dijo, SI ESO YA LO DIJISTE; GRACIAS y dio por concluida la entrevista) Hacía rato no me divertía tanto.
Mucho hay en Internet sobre el diferendo Bacardí - Pernod Ricart. Y el asunto parece ser simple pero tiene sus matices interesantes, sobre todo en estos días que mucho se habla de transición y de eras post Castro. Bacardí se arroja el derecho sobre la marca basada en ellos tenían acciones y actualmente parecen ser los accionistas principales (sino nuevos dueños) de la firma llamada un principio (y desaparecida de la faz de la tierra en 1960) José Arechabala, S.A. (fundadores de la marca Havana Club, que fue nacionalizada en 1960 por el estado cubano), disuelven esta sociedad (o sea, disuelven lo ya disuelto, no se químicamente como se explica esto) y crean la José Arechabala International Limited, donde la familia Arechavala le "cede" a Bacardí los "derechos" de la marca. Ha habido todo un cabildeo en los 90, que si sí, que si no. Cuba directamente tenía registrada la marca en EEUU desde 1974 (cuando ya NO eran los dueños los Arechavala) y después expiró, y no se puede renovar por el Bloqueo... en fin. Finalmente, Helms Burton mediante, Bacardí se salió con la suya.

Ahora, tengo dos interrogantes-moralejas de esta historieta:
Me pregunto,(Igual que Gabriela Frías) ¿para qué carajo Bacardí que es la Compañía líder a nivel mundial en Ron y licores (la firma creo que se llama Bacardi-Martini, les suena?) saca un Producto que ya circula con la misma denominación? y me doy cuenta que la pregunta es retórica, que comercialmente no tiene sentido, no pro
ducirá ningún beneficio. Si Bacardí necesitaba un producto Premium y no le bastaba con su propia marca podía perfectamente crear una nueva y san se acabó. Introducir una marca nueva es más barato y más fácil que intentar desplazar a una que está posicionada paralelamente y con igual denominación. Me pregunto y habrán algunos como la tontita esa que sólo sabrán balbucear y proferir improperios.
Me pregunto además, si amparada en la Helms Burton, EEUU ha sido capaz de conceder los derechos de una marca (propiedad intangible, abstracta si las hay) de una empresa nacionalizada por el estado cubano en 1960, ¿que posición tomaría llegado el caso EEUU sobre propiedades más concretas? Me pregunto y temo por Cuba una respuesta.


No suelo tomar mucho desde que emigré, y en la ciudad donde vivo el ron Havana Club (el original, el verdadero, el cubano) cuesta el doble que el Bacardí. El ron Bacardí es un buen producto, para mí que no soy de ninguna manera un especialista, y reconozco que lo he comprado en varias ocasiones, por la cuestión económica obviamente. Pero hoy he pensado que hay decisiones que van más allá de la economía, y que uno debe actuar (siempre, o siempre que se pueda) signado por principios y no por monedas, así que he decidido no comprar más ron Bacardí y resignar mi afición casi patológica por el Martini seco en el cono esbelto y la aceituna borracha que se resbala y resbala.

In Memoriam


Mientras a esta hora El Nuevo Herald habla de la reaparición de Fidel, y de un supuesto brote de Dengue, y el Granma se enfoca sobre el encuentro Chavez - Fidel y las celebraciones del cumpleaños del comandante en Harlem, muere en Ciudad de La Habana un Genio de la narración deportiva, un tipo entrañable y querido, un cubano con todas las letras. Nunca más escuchar un juego de pelota será lo mismo sin su voz, sin su carisma, sin sus peleas con su eterno amigo el cojo. Hoy la pelota tiene una cicatriz incurable y sangrante, hoy la yerba esta mojada de lágrimas, pero este juego amigo Eddy, no se suspende por lluvia. Honor a quien honor merece. Honor y Gloria.


Acá la noticia y una breve biografia de un Grande.

Levantate y anda



La noticia había que darla, pero ante la reticencia a informar partes médicos (ni artículos o pequeñas notas que puedan parecerlo) Granma, que no entiende a veces el concepto de literariamente ridículo, publica esto. Sin palabras.

Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud





Nunca me cayó bien Randy Alonso. Creo que tenemos mejores interlocutores, más sagaces, mas inteligentes, con más chispa... ah eso si, no tan obsecuentes. Igual valoremos la noticia por el contenido y dejemos de lado el interlocutor (por un momento dijo, después vuelve).

¿Vientos de Cambio?




Take me to the magic of the moment
On a glory night
Where the children of tomorrow dream away
In the wind of change


Es cierto... es un proceso histórico que no ha comenzado ahora, pero que esta noche se ha vuelto más visible. Para bien o para mal el cambio ha comenzado.
Esperemos y pensemos por el bien de Cuba. Veamos más allá de nuestras narices, pensemos en un futuro con todos y para el bien de todos los cubanos.
Este no es un momento fácil para Cuba, aprovecharse con politiquería barata no sería digno.
Que sea lo mejor que sea...

Desahogo de fin de siglo

A Santiago Feliú:


Cagar es un placer; es esa congestión que te dobla, que te parte al medio y te estrangula el colon. Cagando espero el mundo que yo quiero. Sentarte en el súper tazón de la felicidad menos pulcra del mundo y expulsar lentamente toda la mierda acumulada, toda la escoria. Cagar es un placer, limitado.
Sociedad, suciedad; ¿curioso no? Cada una parece derivar de la otra; sólo una vocal diferencia la mierda de la angustiada estructura en que vivimos; e izquierda o derecha parecen sólo posiciones caprichosas que adquiere la mierda al caer, maneras diferentes de hacer una misma porquería.

La desilusión te carcome el hígado. El hastío te abrasa. La hipocresía te paraliza la digestión de esta tras-noche en que naciste, de este tras-siglo, de este tras-mundo. De buenas intenciones están empedrados todos los caminos; y todos los caminos conducen al imperio que los hizo y empedró. La estupidez humana, infinita como el universo, eterna como el universo. La desesperanza. La protesta inservible, la utopía, el sueño y Lennon cantando «
nothing gone a change my world»… No más, no más...
Compraste todos los diarios que viste camino a casa y esperaste. Habías encontrado la mejor forma para desquitarte de todos juntos. No separaste las páginas deportivas ni culturales, mucho menos la publicidad o los clasificados; ni hablar de las sociales o políticas. Todos somos culpables, hasta los más inocentes. Y llegado el momento, justo cuando te habías sacado casi toda la mierda que llevabas dentro, te limpiaste con todos los diarios a la vez; y sentiste, mientras los embarrabas, un gran alivio.

La Habana, 20 abril 2001­ – Buenos Aires, 21 enero 2003

homenaje


Hoy Buenos Aires ha amanecido con una niebla londinense, y sé que te hubiera gustado sentirla condensada en tu traje y tu bastón; y sé que muy a pesar de no poder verla, te hubiera gustado no por londinense ni por inglesa, sino por todo lo contrario: por lo endémico y a la vez universal de estas pequeñísimas gotas de agua que vaporizadas en el aire, me empañan la pantalla mientras escribo, y me recuerdan que la lucidez y la claridad no dependen de física alguna.
Quiso el destino que murieras un 14 de junio de hace veinte años y quiso esa suerte de Yoko Ono de la literatura que es la Kodama que lo hicieras en Ginebra. Mirá que venir a morir el mismo día en que años antes nacía el rosarino más famoso del mundo: Guevara. Por otra parte el espacio, ese otro (o el mismo) implacable, la distancia, me impide depositar ¿una flor? ¿una piedra? ¿una lágrima? sobre tus restos (primitiva actitud) ; así que marche, desde tu Buenos Aires, este breve e insignificante homenaje.
De que otra manera justa podría si no es citándote en tres frases (geniales seria redundar, ya he dicho que son tuyas) que por estos días me carcomen:

"El infierno y el paraiso me parecen desproporcionados, los actos de los hombres no merecen tanto"

"La aristocracia y el pueblo propenden al fanatismo" (o el porqué se declaraba de clase media)

"Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo promesas, a veces amenazas, sobornando, en suma. Para mí ser político es uno de los oficios más tristes del ser humano. Esto no lo digo contra ningún político en particular. Digo en general, que una persona que trate de hacerse popular a todos parece singularmente no tener vergüenza. El político en sí no me inspira ningún respeto. Como político."

Asientos ocupados

Cuando todos los asientos están ocupados, los extremos al lado de las puertas adquieren un valor inestimable; estar asido, sujetado, recostado a algo se torna vital.
Me parece normal que esto preocupe a los de pie; estar superficialmente apoyados por dos plataformas de carne y hueso encima de cualquier transporte público, no son del todo convincentes para mantener el equilibrio. «El problema es no caerse, no empujar al que está al lado y verse obligado a sonreír con pena y pedir disculpas» pensarán los de pie, los infelices que no alcanzaron depositar sus abultadas cargas en un banco de aluminio con un mínimo acolchonamiento. A los sentados no les preocupa, ellos no corren un peligro tan evidente; tan es así que no se dan cuenta, no perciben que caerse desde cualquier altura o posición es tan fácil como cualquier humano es capaz de darse cuenta justo dos milímetros antes de llegar al suelo. Pero ellos no lo ven no porque sean ciegos, ellos están sentados y están cómodos.
Serían las cinco y media cuando me subí al tren. Me apoyé en una baranda al lado de cualquier puerta mientras seguía entrando gente. Cuando estaba todo listo para partir, hubo un minuto dilatante de compasión por los rezagados mientras media Argentina se ahogaba de calor (menos yo, que en estos primeros días aun no he sentido nada parecido a la escalinata de la Universidad a las doce del mediodía, cuando sublima la piedra y el Alma Mater ruega al cielo con las dos manos abiertas, que alguien se apiade de ella y le lance un cubo de agua para refrescar su bronceada anatomía). Entre los rezagados estaba ella.
Enfrente de mí un hombre leía La Nación, a su lado una rubia veía por el vidrio de la puerta; recostados al vidrio, un tipo joven de traje y una señora con años como para ser su madre y con ademanes de ser su tía. A mi derecha no recuerdo quién estaba. Juntos los seis, formábamos una especie de herradura que teniendo en cuenta el pasillo lleno, dejaba un espacio en el medio, un agujero negro casi urbano y ferroviario donde se posó ella, desprovista de todo, sin otro apoyo que unas sandalias semidesnudas.
Pensé más de una vez en cederle el puesto; pensé en todas las razones posibles que me parecían improbables, teniendo en cuenta el cansancio que me traía encima. Hasta que finalmente, cuando sonó el silbato que anunciaba que se cerrarían las puertas, y con la machista excusa de yo soy hombre y podré sostenerme sin asirme a nada (y además calzo un 44 nada despreciable en cuestiones de puntos de apoyo), le ofrecí el espacio que rechazó, y tras mi insistencia, quedé esta vez yo en el agujero.
El tren inició (bruscamente como todos los trenes) la marcha y acto seguido de perder el equilibrio casi me caigo; pensé justo todo lo que ya dije en los dos primeros párrafos (que no pienso repetir y que por razones artístico-literarias fue ubicado al principio de esta historia) e inmediatamente traté de alcanzar una de esas cuerdas con argolla plástica que cuelgan del techo.
Aferrado, y aburrido por la ruidosa cadencia arranqué a divagar en insípidas abstracciones, a abrir cajas chinas de pensamiento hasta no acordarme ni del nombre de mi madre, a disgredir a trocha y mocha; y con el crujir casi gemido de los raíles pensé una vez más en Cortázar, en El Perseguidor, Charlie Parker y esa sensación medio rara que dicen sentir todos y que nada de especial le encuentro, si es que de verdad la he sentido. Pensé en la primera vez que lo leí y en el cuento que tengo pendiente sobre la analogía entre lo que sintió Charlie y lo que yo una vez sentí en una 38 vacía. Pensé en lo difícil que es encontrar una guagua vacía en La Habana y que tal vez por eso me pasó, porque cuando te subes a una guagua vacía en La Habana la sensación de irrealidad te estremece los huesos y no te deja pensar con objetiva claridad.
Acá en Buenos Aires no creo haberlo sentido. O tal vez no he dejado de sentirlo, no sólo porque acá los colectivos van casi todos medio vacíos la mayor parte del tiempo y medio llenos en las horas más críticas, sino porque a pesar de todo, aun me cuesta creer que estoy aquí.
Es una pena que en La Habana no existan trenes urbanos. Esta gigante Buenos Aires se comprime en míseras estaciones; y es que un tren dentro de la ciudad, ahora me doy cuenta, además de acortar distancias es todo un enigma que circula por estratos ilusorios, por túneles misteriosos que no reconocemos a pesar de su rictus algo familiar y su guiño cómplice. En el interior el mismísimo lugarcomún del rostro cansado se redescubre a esta hora, en este espacio impreciso y rodante. Un tren dentro de la ciudad en definitiva, te trastorna espacialmente y el roce acalorado y chispeante de la línea con la rueda de hierro te dilata las penas y el tiempo.
Ella estuvo todo el tiempo ahí y no hice el mínimo intento por mirarla, no fuera a pensar que hubo algún interés de mi parte más allá de ser buena gente por un rato. Igual me sentía bien de alguna manera; me imaginé siendo vigilado, incluso imaginé morbosamente por un instante que ella sí quería que la mirara, que le hubiera encantado que yo le haya dado el lugar porque me había gustado su pelo largo negro y pensaba previa consulta, en una sutil penetración en cualquiera de las áreas aledañas a una de las estaciones intermedias.
De pronto subió al tren la otra. Era mucho más pequeña, estaba embarazada y su cara y su piel tenían un endeble brochazo aborigen precolombino; cinco o seis meses le calculé por la barriga. Se veía feliz con su embarazo, o tal vez lo disimulaba, o quizás nació con esa cara de contenta, de feliz con poco, de feliz. De cualquier manera llegó, se plantó cerca de mí y yo ya no tenía nada que ofrecer (decirle que se sujetara a mi cuello e incluso a mi brazo hubiera sido una exageración, sin hablar de que no creo que hubiera sido tomado como un gesto muy cortés que digamos). El tipo que leía La Nación le cedió el lugar.
«Menos mal» pensé, «aunque más bien necesitaría sentarse». En Cuba creo recordar que no pasa frecuente; una embarazada en una guagua es sagrada, es Dios, y es el negro guapo sudoroso y machista, que segundos antes se fajaba casi a golpes con otro tipo, el primero que le da el asiento. Aunque cada vez se haga menos frecuente, como muchas cosas.
Hace poco que estoy acá y no es la primera “diferencia” que encuentro, ni por asomo la más evidente. Cuba es muy distinta en todo sentido, esta ha sido mi frase de batalla al rafagazo de preguntas al que me expongo cada vez que algún porteño me descubre inmigrante, caribeño y mediocomunista. Para colmo debo esperar a que mi interrogador emita su juicio para ser prudente y no contradecirlo de manera tajante. Muchos de ellos tiene sus sueños, y entre tanta mierda que les ha tocado vivir, Cuba usualmente les resulta parte de la utopía inconclusa; algunos son incapaces de entender que defender la Revolución no justifica los medios y otros no entienden nada.
El tren seguía con su paso estridente, con sus repentinos acelerones, con sus paradas dispuestas en el tiempo-espacio y yo, con mis conflictos de capitalista de izquierda, con mis contradicciones entre la idea y la praxis; entre ella y la otra viendo como se va el mundo a la mierda.
Siempre sospeché cómo seria vivir en un país diferente al mío, entre tantas cosas porque lo sabía inevitable. Saberse lejos y extraño. Vivirlo no es muy diferente a como lo pensé, sólo que aparentemente más cruel. No es solo la tumba de mis viejos, mi hijo de cinco años y los amigos lo que añoro. Aquí pueden morir mis sueños de escritor, de intelectual humanista. La oportunidad es engañosa, no pienso hacer pactos con el diablo y ya no tengo veinte años; son tres circunstancias que juntas no son muy esperanzadoras. La inseguridad me carcome y siento una vez más la incomoda sensación de haber llegado tarde.
Fue entonces cuando aquel tren se volvió una esfera de azogue perfecto, una máquina de decepción del mundo, de escepticismo postmoderno con cimientos de acero al carbono. Y sin más reflexión sentí un ahogo lacerante, un mareo profundo, unas nauseas de tres pares.
Y cayó, la rubia se desmayó despacio, casi temiendo caerse; casi aparentando desmayarse se deslizó por el vidrio de la puerta que de haber tenido picaporte la hubiera abierto para que le entrara algo de aire sin importarle el riesgo. La madre (o la tía) del tipo joven de traje se acercó para asistirla. El tipo que leía prestó su Nación para que le echaran fresco y la rubia agachada, recostada entre la puerta y el trozo de formica.
—¿Alguien por favor le puede dar el asiento a esta chica que está descompuesta? —dijo de pronto la tía (¿o la madre?) del tipo joven de traje.
Un joven alto se levantó y le ofreció su trono a la rubia que no vaciló; y bajo la mirada casi feliz de la india embarazada y demás presentes, se sentó y sonrió complacida mirando por el vidrio de la ventanilla.
Ella antes de bajarse en su estación me ofreció recuperar su espacio que alguna vez fue mío. Le dije que no, que gracias, que no podía, que tal vez ahí parado, incomodo y con un dolor plano y horrible en mis pies salvaría la humanidad, expiaría todas las culpas y hallaría mi lugar.
Se fue sin entender; y aquí estoy, desplazándome inmóvil entre confusas figuraciones, peor que Charlie, y decidido a permanecer de pie en este, un mundo donde todos los asientos, ya han sido ocupados.

Buenos Aires; 1 enero/18 abril de 2003

Retrato

Hace un instante escuchaba por Jose Maria Vitier, de Ignacio Cervantes: Adiós a Cuba.
Mientras escuchaba no pude soportar la tentación de imaginarme la partitura, y adivinar sin miedo al equívoco como entre líneas, negras, blancas y corcheas podia ver mi rostro sobre el pentagrama.

1º de Mayo

Viví 21 años en Cuba. Solamente una vez fui a una marcha por el 1 de mayo, tendría 7 / 8 años, no recuerdo bien. Me llevó mi hermana mayor (acá me detengo para aclarar que primero: todos mis hermanos son mayores que yo, y segundo que Odalmys es mi única hermana, lo cual no contradice la frase que antecedió a esta digresión, pero la petulancia de las digresiones me atrae demasiado como para no honrarla), y me llevó porque yo quería ir y quería participar, quería marchar, quería ver a Fidel.

Creo recordar muy pocas cosas: un débil brochazo verdeolivo a lo lejos que me imagine barbudo y con grados de comandante, un dolor infinito en los pies y algunas “carrozas” (no sabría de que otra manera llamarlas), particularmente una de un zapato de mujer, un zapato con tacón alto que ha esta altura de mi vida supongo era de algún combinado del calzado o algo por el estilo. Después no fui más.

Por la escuela fui a varias otras marchas. Gran parte de la primaria y un año de secundaria lo hice en Ciudad Libertad, así que ya el brochazo se fue haciendo más tangible, más verídico; no sólo por la cercanía espacial a la que estuve en varias ocasiones, sino también por esa conciencia especial que fuimos generando solos los de mi generación… para los que la caída del muro y el “desmerengamiento” del bloque significó no ir más a Tarará, ni al Palacio de los Pioneros, ni comer más africanas… por lo menos en un principio.

Lo más cerca que estuve de Fidel fue en 1991, en el Palacio de las Convenciones; yo, con varios “compañeritos pioneros”, desde nuestro palco de la aun no creada Comisión 11- Pioneros Creadores e Innovadores, del último “Forum de Piezas de Repuesto, Equipos y Tecnología de Avanzada” (fue la última vez que salió con ese nombre, habría que preguntarle a Zumbado si cree que el cambio sobrevino como consecuencia de la coyuntura histórica o fue simplemente la aparición del sentido común que tanto reclamaba él para con los Sustantivos Propios del Estado Socialista (cógela esa Héctor)). Para los que me conocen les confieso que no, que nunca le estreche la mano, ni nunca lo abracé, ni nunca me dirigió la palabra; comprendan que un niño de 10 años recién salido en el Noticiero no podía decir que no había saludado al comandante, no podía decepcionar a sus compañeritos. Durante mucho tiempo no me sentí demasiado incómodo con eso, hace unos años me rodea y me gana la idea de que hubiera estado muy bueno abrazar o estrechar un pedazo de Historia (y esto lo digo para horror y espanto de algunos).

Tiempo después, cuando ya estudiaba en el tecnológico, fui a dos marchas cuando lo de Elían, por simples razones logísticas: fue la única manera de trasladarme esas dos tardes al Vedado, sin contar que en una de ellas me dieron un pulóver que mal no venía. Ya trabajando, fui una sola vez a una marcha del pueblo combatiente… que no era un 1º de mayo, no recuerdo que era, en fin.

Hay un detalle que quiero comentar, y quiero insistir en que refiero a mi experiencia personal. Estudié 14 años y trabaje 2 años en Cuba, si bien reconozco que según la circunstancia no eres bien visto si se nota tu ausencia en una marcha, en mi caso por lo menos, las “represalias” nunca fueron demasiado lejos, es más, casi me atrevería decir que nunca fueron, sólo me lo impide esta obsesión agnóstica que me rige. Muchos Primeros de igual cantidad de Mayos dormí con la pierna suelta hasta las 11:00 hs en que me despertaba el televisor a todo volumen que había puesto mi padre con el único afán del orgullo de ver alguna programación a esa hora. En mi trabajo / escuela decía que me iba con el CDR, en el CDR decía que me iba con mi trabajo / escuela; gente… se los digo yo… no es tan difícil.

Ayer, mientras veía como organizaciones de Izquierda se pelaban a los piñazos en medio de la Plaza de Mayo para entrar primero, pasó por la puerta de mi edificio la hinchada de Chacarita Juniors celebrando los 100 años del Club; tanta alegría y tanta gente, tanta ilusión y tantos sueños me recordó a aquel niño que tanto le insistió a su hermana mayor que lo llevara a ver a Fidel, que lo llevara a la Plaza. Me recordó a aquel niño que aun a veces quiere hacer Historia.


Genesis

Me acompaña Pedro Luis y el bendito burro cervecero. Hace tiempo que no escribo y esto mas que un experimento es un SOS, un intento más, un respiro entrecortado.
Y es que la nostalgia es grande, sucia y húmeda como La Habana. Y de pensar el pecho se te vuelve un guiñapo y la cabeza una maraca agujereada por cuyo rostro a veces lagrima arena.
Aca esta... veremos que pasa... Esta es la vida... y el principio del universo.