Retrato

Hace un instante escuchaba por Jose Maria Vitier, de Ignacio Cervantes: Adiós a Cuba.
Mientras escuchaba no pude soportar la tentación de imaginarme la partitura, y adivinar sin miedo al equívoco como entre líneas, negras, blancas y corcheas podia ver mi rostro sobre el pentagrama.

1º de Mayo

Viví 21 años en Cuba. Solamente una vez fui a una marcha por el 1 de mayo, tendría 7 / 8 años, no recuerdo bien. Me llevó mi hermana mayor (acá me detengo para aclarar que primero: todos mis hermanos son mayores que yo, y segundo que Odalmys es mi única hermana, lo cual no contradice la frase que antecedió a esta digresión, pero la petulancia de las digresiones me atrae demasiado como para no honrarla), y me llevó porque yo quería ir y quería participar, quería marchar, quería ver a Fidel.

Creo recordar muy pocas cosas: un débil brochazo verdeolivo a lo lejos que me imagine barbudo y con grados de comandante, un dolor infinito en los pies y algunas “carrozas” (no sabría de que otra manera llamarlas), particularmente una de un zapato de mujer, un zapato con tacón alto que ha esta altura de mi vida supongo era de algún combinado del calzado o algo por el estilo. Después no fui más.

Por la escuela fui a varias otras marchas. Gran parte de la primaria y un año de secundaria lo hice en Ciudad Libertad, así que ya el brochazo se fue haciendo más tangible, más verídico; no sólo por la cercanía espacial a la que estuve en varias ocasiones, sino también por esa conciencia especial que fuimos generando solos los de mi generación… para los que la caída del muro y el “desmerengamiento” del bloque significó no ir más a Tarará, ni al Palacio de los Pioneros, ni comer más africanas… por lo menos en un principio.

Lo más cerca que estuve de Fidel fue en 1991, en el Palacio de las Convenciones; yo, con varios “compañeritos pioneros”, desde nuestro palco de la aun no creada Comisión 11- Pioneros Creadores e Innovadores, del último “Forum de Piezas de Repuesto, Equipos y Tecnología de Avanzada” (fue la última vez que salió con ese nombre, habría que preguntarle a Zumbado si cree que el cambio sobrevino como consecuencia de la coyuntura histórica o fue simplemente la aparición del sentido común que tanto reclamaba él para con los Sustantivos Propios del Estado Socialista (cógela esa Héctor)). Para los que me conocen les confieso que no, que nunca le estreche la mano, ni nunca lo abracé, ni nunca me dirigió la palabra; comprendan que un niño de 10 años recién salido en el Noticiero no podía decir que no había saludado al comandante, no podía decepcionar a sus compañeritos. Durante mucho tiempo no me sentí demasiado incómodo con eso, hace unos años me rodea y me gana la idea de que hubiera estado muy bueno abrazar o estrechar un pedazo de Historia (y esto lo digo para horror y espanto de algunos).

Tiempo después, cuando ya estudiaba en el tecnológico, fui a dos marchas cuando lo de Elían, por simples razones logísticas: fue la única manera de trasladarme esas dos tardes al Vedado, sin contar que en una de ellas me dieron un pulóver que mal no venía. Ya trabajando, fui una sola vez a una marcha del pueblo combatiente… que no era un 1º de mayo, no recuerdo que era, en fin.

Hay un detalle que quiero comentar, y quiero insistir en que refiero a mi experiencia personal. Estudié 14 años y trabaje 2 años en Cuba, si bien reconozco que según la circunstancia no eres bien visto si se nota tu ausencia en una marcha, en mi caso por lo menos, las “represalias” nunca fueron demasiado lejos, es más, casi me atrevería decir que nunca fueron, sólo me lo impide esta obsesión agnóstica que me rige. Muchos Primeros de igual cantidad de Mayos dormí con la pierna suelta hasta las 11:00 hs en que me despertaba el televisor a todo volumen que había puesto mi padre con el único afán del orgullo de ver alguna programación a esa hora. En mi trabajo / escuela decía que me iba con el CDR, en el CDR decía que me iba con mi trabajo / escuela; gente… se los digo yo… no es tan difícil.

Ayer, mientras veía como organizaciones de Izquierda se pelaban a los piñazos en medio de la Plaza de Mayo para entrar primero, pasó por la puerta de mi edificio la hinchada de Chacarita Juniors celebrando los 100 años del Club; tanta alegría y tanta gente, tanta ilusión y tantos sueños me recordó a aquel niño que tanto le insistió a su hermana mayor que lo llevara a ver a Fidel, que lo llevara a la Plaza. Me recordó a aquel niño que aun a veces quiere hacer Historia.