De cigarros y otras cuestiones II

Pero fumar suaves en Cuba era complicado, sobre todo, cuando no existía el Hollywood y uno se quería dar coba fumando algo que no fuera los desprestigiados Aromas. El Visant vino a suplir esa vanidad: Costaba sólo 0.60 USD, era una caja con naylito al estilo H. Upmann, más agradable a la vista y un sabor menos rancio.

Pero sucumbí. Todos fumaban Populares, y en una época de vacas flacas, comprendí la necesidad de apegarme al standard nicotínico cubano y fumar fuertes (cómo todo el mundo). Y sólo entonces comprendí el oxímoron que entraña que el cigarro suave más "popular" de Cuba se llame Aromas, y la vomitiva impotencia que genera (en un fumador de fuertes) darle una insulsa, etérea y a la vez asquerosa patada a un Aromas. No obstante y aunque no lo parezca, le guardo un cariño especial al suave, casi el mismo platónico cariño que le guardo a mi primera novia (que si lee esto, me querrá matar sin dudas y no sin razón).
El Popular era otra cosa, indescriptible, insustituible. 

Uno de los signos inequívocos que me demuestran que la Cuba que añoro,no existe más, es la inexistencia misma del Popular en su diseño rústico y tradicional. Podrán decir lo que quieran, y reconozco que la calidad en muchos casos dependía si tenían sello del Cerro o de Cienfuegos (los mejores) o de Boyeros (los peores) o de Santa Clara (lo más o menos). También reconozco que su precario embalaje lo hacía definitivamente tentador para los hacedores de  aquellos legendarios Tupamaros, hechos con ligas non sanctas y mal torcidas que tantos pulmones y gargantas han desgarrado sin piedad. Aún así, el espectro de calidades y la adrenalina que generaba lo surrealistamente azaroso que podía resultar (al punto de encontrarse dentro de una misma caja, mezclas de calidades) le otorgaban un contexto especial, cierto matiz de desafío (bobo, pero desafío al fin) y de juego.

Los H. Upmann (siempre que podía) fueron mi nuevo cigarro fetiche o cigarro de fiesta hasta que desaparecieron con la llegada de la nuevas marcas: Vegas y Monterrey. El Popular de Brascuba, el de nuevo diseño ni lo cuento porque nunca me gustó. Con R solíamos decir que sabía a caca de murcielago (no porque nos constara empíricamente) y creo recordar que preferíamos un Tupamaro antes que un Popular de los nuevos (A decir verdad R prefería Marlboro, pero siempre pudo y no entenderé bien cómo, alternar entre fuertes y suaves con la indiferencia de un Lord inglés). Yo elegí Vegas, pero la verdad, nunca noté diferencias sustanciales con el Monterrey (o no las recuerdo).

Al llegar a Argentina, me encontré con que el único cigarro fuerte que vale la pena fumar es el Parisiennes (con el mismo golpe que el Popular nuevo pero con mejor gusto). Particulares es como un Aromas de tabaco negro y fumar 43/70 y respirar a través de un snorkel es exactamente la misma cosa, pero con nicotina y alquitran.

Y le fui fiel hasta que dejé  el cigarro hace ya 5 años, con la nostalgia y el terror que sólo los adictos podemos sentir. Pero con un agradecimiento infinito por tantos momentos de exquisito deleite y cumplidora presencia; y con la tristeza del que recuerda la partida de un amigo que se ha llevado consigo, momentos vividos y un pedazo de nuestras vidas.

PD: Sobre denominaciones: 
- De más está decir que la marca (antes y ahora) siempre fue Popular, pero no resulta llamativo que coloquialmente se la refiera en plural.
- Siempre tuve la duda de qué mente retorcida (nunca mejor aplicado el adjetivo) fue capaz de encontrar alguna relación entre los Populares falsificados y la guerrilla uruguaya.
- Es cuando menos curiosa que una de las marcas más famosa y tradicional de cigarros negros de Argentina se llame Particulares, siendo casi el contrapuesto de Popular.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

no se porque razon, los Populares no se venden en Ciudad Habana, solo en el campo...ahora los "fuertes" en Ciudad Habana, se llaman Criollos...

fuku