Una pelicula...

Un joven que se quiere suicidar tirándose de un puente, y un drogadicto que lo convence de que no lo haga, con el argumento de que le iba a dar unas pastillas para que la muerte fuera indolora, a cambio de su reloj.

Hacen el trueque y el drogadicto le pide estar presente desde que el tome las pastillas hasta que muera, la excusa es que nunca ha visto a nadie morir. A regañadientes, acepta y cuando siente los primeros retorcijones, se arrepiente y se asusta, y le pide al drogadicto que lo lleve a un hospital. En el hospital, con el médico delante y el frasco de pastillas en la mano, el suicida descubre que las pastillas eran vitaminas.

Este es el comienzo de una película que he visto hace años en Cuba, que quisiera volver a ver y no recuerdo ni su título, ni los actores...

En mi memoria tengo agujeros por un lado y mezclas por el otro. En la medida que pasa el tiempo, me cuesta más distinguir si un momento, o una sensación la he experimentado en La Habana o en Buenos Aires. Incluso por momentos olvido sustantivos, adjetivos y hasta verbos. Hoy he escuchado la palabra pajuato y una ráfaga de recuerdos me atravesaron en un instante.

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